jueves, 8 de abril de 2010

El Cofre del Tesoro

No hace mucho tiempo, en un país muy cercano, habitaban una serie de personajes que, en otros tiempos, se les llamaba piratas. La condición de estos piratas era la de sustraer bienes y dinero de las gentes de ese país.

Con el tiempo se fueron agrupando y formando parte de algunas organizaciones del país en el que habitaban. Una vez completamente integrados, cuanto menos en una organización, se dedicaron plenamente a lo sabían hacer realmente.

Con el tiempo fueron consolidándose y adquiriendo cada vez más bienes y dinero. El resto de los miembros de estas organizaciones veían sus riquezas, que cada vez eran más patentes.

Su "modus operandi" era a base de "cofres" o "sobres" o "maletines" que iban recibiendo en sus lugares de trabajo a vista de todos.

Al mismo tiempo que se enriquecían aumentaban de la misma forma su poder en las organizaciones.

Llegó un día en el que salió a la luz pública lo que estaban haciendo estos personajes y el "chiringuito" que tenían montado. Los habitantes del país se avergonzaban profundamente de lo que éstos estaban haciendo.

Lo más curioso de lo que ocurrió es que los integrantes de la organización negaban que supieran lo que estaban haciendo y, para colmo, estaban seguros de que la gestión realizada por estos era "extraordinaria".

Moraleja:"Quien salva al lobo, mata al rebaño." Dicho popular (del pueblo).

El hombre y la querella

Había una vez, en un pueblo del sur, un hombre que tenía una enorme ambición de poder. Esta ambición le llevó a utilizar todos los medios a su alcance para conseguirlo, incluso si no eran justos ni correctos. Utilizaba tretas y triquiñuelas con tal de intentar sobresalir frente a cualquier persona. Su táctica favorita era decir que todo estaba mal y nunca había nada que reconociese que estuviese bien.

Todo esto no acababa aquí, no contento con lo dicho anteriormente, se inventó otro nuevo truco para intentar conseguir su objetivo. Era el siguiente; no contento con decir que todo estaba muy mal, cuando alguien le decía algo que no le gustaba siempre respondía lo mismo: "Te voy a poner una querella".

Cuando la gente le decía: "Caballero, hoy no le sienta bien la camisa que lleva", el siempre decía: "Te voy a poner una querella". En otra ocasión otra persona le dijo: "su peinado no le favorece", el contestaba: "Te voy a poner una querella". Y cuando le decían: "se ha puesto los calcetines de cada color", cosa que era fácilmente comprobable, decía: "Te voy a poner una querella".

La situación se extendía en el tiempo y las personas, ya que todos sus seguidores mimetizaron sus mismas tretas.

Los habitantes al principio comentaban: "bueno, ha tenido un día malo", "Pobrecito, es que todo el mundo se mete con él", etc. pero después de la multitud de querellas que llevaba puestas ya nadie le hacía caso y lo que el pensaba que le llevaría al poder, terminó llevándolo a la más absoluta indiferencia por parte de las gente de ese pueblo.

Ya no lo tenían en cuenta para nada, porque se dieron cuenta que no sería nunca capaz de construir ni aportar nada y que sólo se dedicaba a destruir y criticar a todo el mundo.

Moraleja: "en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso" (extraída del famoso cuento Pedro y el Lobo)